Atendiendo a mi dilatada trayectoria en el sistema español de franquicias, con la experiencia acumulada que ello ha generado –imagino que será este el motivo, y no tanto la, aún por demostrar, sabiduría que me van dando las sienes plateadas– me solicitan amablemente desde este portal que les escriba unas líneas sobre el proceso de elección de una enseña que ha de arrostrar el emprendedor que se acerca a nuestro mercado con el firme propósito de apostar por la fórmula de la franquicia.
Y yo, que ya se lo he confesado en confianza a algún amigo, en charla coloquial de café, les contaré que el futuro franquiciado debe aunar actitudes de brillante economista, de abogado concienzudo y de audaz inspector de policía. Porque nada se le puede pasar por alto si quiere acabar saliendo adelante –triunfar es para unos cuantos elegidos– en el mundo del comercio. Pero tal vez todo empiece, como siempre, por uno mismo.
Antes de plantearse siquiera la elección de uno u otro sector, de esta o aquella marca, uno debe saber en qué situación personal, económica y social se encuentra. Entre los perfiles de franquiciado más habituales, abunda el grupo de emprendedores, que hartos de un trabajo asalariado optan por trabajar por cuenta propia pero amparándose en el paraguas de la franquicia. Están aquellos profesionales de mediana edad, que tras la regulación de su empresa se han quedado en la calle y emplean su indemnización y/o sus ahorros en una franquicia. Y finalmente no faltan los inversores natos, que prefieren emplear su dinero en un negocio sólido y probado, antes que depositarlo en bolsa o en fondos bursátiles.
Sea el tipo que fuere, hay que tomarse en serio este periodo previo. Es un eslabón clave que hay que pasar y que determinará en gran parte el triunfo, pongamos que un 50% del éxito está en la elección y que el otro 50% lo aporta la propia franquicia.
Conviene no tomar a la ligera este decálogo de sencillos pasos:
- Analizarse a sí mismo a fondo, sin ambages, descubriendo las verdaderas posibilidades personales y profesionales y, por qué no, las carencias a mejorar.
- Consultar la decisión –que es más importante de lo que parece, y para los próximos al menos cinco años de vida– a familiares y amigos de confianza que le puedan dar un consejo acertado y desinteresado.
- Hacer un listado de las franquicias que más le atraigan, las que están en alza y con las que más afinidad encuentre. Acuérdese que va a poner en juego su dinero, su tiempo y parte de su vida.
- Pedir información minuciosa y concreta sobre ellas. La misma o parecida a todas ellas para poder comparar. Y si no se lo facilitan, se demoran, etcétera, desconfíe de la enseña en cuestión por muy bonito que sea su logotipo o ingeniosos que parezca su nombre comercial. Algo huele mal en ese concepto de negocio.
- Contactar con otros franquiciados de la cadena, a ser posible de barrios, zonas e incluso localidades diferentes, y visitar sus establecimientos para presenciar ‘in situ’ el negocio. Una cosa son las palabras y otra las realidades.
- Analizar metódicamente las inversiones requeridas para ver si éstas se corresponden realmente con lo que se recibe a cambio (y que se ha chequeado en las entrevistas con los franquiciados). En la franquicia se paga o por la fama del nombre o por el apoyo y servicio que se recibe para el día a día.
- Solicitar información bancaria y registral acerca del franquiciador. Es con quien se va unir profesionalmente. Y como decía Confucio, antes de hacer piña conviene mirar bien de cerca cuáles van a ser los otros piñones…
- Contrastar sin prisas, con criterio y con lupa toda la documentación facilitada, como si se fuera un inspector de la Agencia Tributaria.
- Confiar –pero tampoco a ciegas, que tienen sus intereses credos… –en expertos en el sistema de franquicia, que manejan datos comparativos y pueden asesorarle a uno.
- Y finalmente, como es lógico, revisar el contrato con cautela, y sobre todo no precipitarse en la firma. Tómese su tiempo y esté convencido: que esto no es meterse al cine; no son siete euros y no existe la posibilidad de salirse si la última adaptación de una novela de Pérez-Reverte es tan mala como las anteriores…
pues vaya panorama para los demás
ni más ni menos que el que hay
en franquicia, como en cualquier otro sitio, nadie regala nada, pero precisamente es aquí donde más se cree uno eso, que lo dan todo hecho