¿Quién ha dicho que pueda franquiciarse cualquier negocio o actividad económica? ¿Algún espabilado, de esos que viven de cobrar cánones de entrada?
No, no es cierto que todo tipo de actividad económica pueda ser franquiciada. Por un lado, y desde un punto de vista formal, es preciso que el funcionamiento del concepto de negocio pueda ser cedido a terceros a través de un método operativo determinado; vamos, lo que se ha llamado toda la vida un saber hacer, y que ahora los consultores de empresa llaman ‘know how’ y los snobs ‘savoire faire’… Esto requiere que las claves determinantes de su éxito (probadas ya por el franquiciador en más de una unidad operativa, y a ser posible con distancia kilométrica entre ellas), sean identificables y transmisibles a través de un proceso de formación de duración razonable.
Por lo que llegamos a la conclusión de que los dos requisitos fundamentales y necesarios para que un negocio pueda echar mano de esta fórmula son: que exista un modelo operativo previo, con una experiencia suficientemente duradera y con un éxito demostrable, y que las claves operativas del mismo sean transmisibles al franquiciado.
Paralelamente a estos dos puntos hay otros que no tienen tanto que ver con su naturaleza de empresa, franquiciable o no, sino más bien con el mantenimiento del concepto en el mercado. En otras palabras: que si se trata de un negocio de moda y pasajero, mal vamos.
Deberían empezar a tomar nota muchos de los empresarios sin escrúpulos que franquician única y exclusivamente para cobrar el canon de entrada, sin contemplar ningún requisito mínimo de los exigidos para convertirse en una red de franquicias.