«La soledad del profesional autoempleado», por José Antonio Guerra, socio-director de OrientaNegocio

Opinion«Habríamos de distinguir, en principio, la soledad como ese «sentimiento de desamparo» del que habla el diccionario de la Real Academia, y aquella en la que a veces nos apetece sencillamente “estar solos”. Algunos de los temores que tenemos, a la hora de decidirnos a mostrar lo mejor de nosotros mismos profesionalmente hablando en régimen de autoempleo es la soledad que al principio se produce… Seguramente llevamos años trabajando por cuenta ajena, en distintas empresas. Acostumbrados a mantener unos horarios que cumplir, un lugar de trabajo al que acudir, unos compañeros de trabajo con los cuales algunos de ellos terminamos adquiriendo amistad…»

Compañeros con los cuales comentamos los resultados de fútbol del domingo, intercambiamos aficiones, inquietudes, etc. También tenemos la falsa seguridad de cobrar a fin de mes o de tener una estabilidad laboral. He visto como personas con muchísimos años de antigüedad en una empresa y después de haberlo dado todo las despiden para contratar a personal más joven y más baratos.

Un día vencemos los temores de trabajar para uno mismo y decidimos autoemplearnos (proceso dicho sea de paso que pasa normalmente cualquier empresario). Al principio es duro porque la soledad empieza a hacer estragos. Nuestro despacho normalmente está en nuestro domicilio porque no tenemos recursos suficientes para alquilar una oficina. No tenemos contacto con esos compañeros de trabajo que veíamos día a día. No tenemos la seguridad de sacarnos el sueldo mes a mes. Nadie nos impone unos horarios que cumplir somos nuestros propios jefes y hay que tener una gran dosis de voluntad para “echar horas” todos los días. Temores al fracaso del negocio que emprendemos de cara a nuestras amistades. Incertidumbre laboral, no sabemos si resultará la idea de negocio que creamos aunque hemos tenido la valentía suficiente de acometerla. Y sobre todo nadie aparte de la propia necesidad nos impone el trabajo. Aquí se crea verdaderamente la “soledad del autoempleo”.

Podría deciros que esta es la etapa más dura del autoempleo y que afortunadamente es pasajera. Puede durar entre 3 y 10 meses, una vez que establecemos amistad con nuestros representados y proveedores, y nuestro negocio empieza a rodar. Nuestros representados y proveedores son la “familia” laboral, vienen a sustituir a aquellos compañeros de trabajo. Empezamos a generar tanto trabajo que no necesitamos imponernos un horario puesto que el trabajo “nos puede”. Nos sentimos orgullosos del negocio creado y satisfechos por el sacrificio realizado, satisfechos por haber tenido la valentía y el arrojo suficiente de crear un negocio, cuando la mayoría se conforman con estar empleados por cuenta ajena. Nuestros ingresos empiezan a subir y…”quien se acuerda ahora de aquella soledad?”

Autoemplearse es duro pero merece la plena. Si tienes una buena idea de negocio empréndela, ya que el verdadero fracaso es ni siquiera intentarlo.

One response to “«La soledad del profesional autoempleado», por José Antonio Guerra, socio-director de OrientaNegocio

  1. para algunos, esos compañeros del trabajo no son mas que un estorbo a la hora de rendir mejor y una pandilla de vendidos (al jefe) y de chivatos. asi que no creo que les heche mucho de menos cuando de el paso…

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